En el 'Charly' que Ralph Nelson dirigió en 1968, adaptando la excelente novela 'Flores para Algernon', de Daniel Keyes, una premisa de ciencia-ficción (un hombre con retraso mental progresaba en su coeficiente de inteligencia mediante un experimento con drogas) era la excusa para psicoanalizar la sociedad de esos años de hippismo, lsd, feminismo y movimientos liberales. En el fondo, el viaje en montaña rusa de un iluso feliz e ingenuo hacia la alta conciencia e inteligencia, era más que nada el anuncio de una tragedia anunciada, básicamente la misma que siempre ha tenido el género de la ci-fi: no puedes retar a Dios, porque más dura será la caída.
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